Triángulo Téxtil
Triangulo textil nace con la misión de recuperar una producción textil local que genere valor económico y social en la industria de la moda e impulse la obligada transformación hacia un modelo sostenible: Slow Fashion. La actividad de confección textil ha soportado en las últimas décadas una continua desvalorización motivada por la deslocalización de la producción nacional hacia países asiáticos. Por eso Triángulo Textil quiere acercar las artesanías textiles tradicionales al sector de la moda. Quiere convertirse en un canal que atienda la demanda de producción artesanal nacional del sector de la moda, acercándola a manos artesanas que aún perduran gracias a la arraigada afición entre las mujeres y, en gran medida, a las fiestas tradicionales locales.
HISTORIA
De proyecto social a proyecto socioempresarial: Triángulo Textil
“Somos un taller textil y somos cooperativa. Surgimos al amparo de un proyecto social de la Fundación Don Bosco, que tiene un taller de confección en una de las zonas más deprimidas de Sevilla”; así empieza a contarnos Beatriz Pérez Martín el proyecto Triángulo Textil, al cual nos hemos acercado para conocer cómo han ayudado las finanzas éticas a su creación y a su consolidación actual.
Beatriz, de profesión artesana tejedora, trabajaba en el taller de la Fundación Don Bosco como profesora para mujeres en situación de vulnerabilidad, una vulnerabilidad casi siempre relacionada con el desempleo de larga duración. Desde la Fundación se intentó sacar adelante una de las ideas derivadas del taller, la creación de un proyecto socioempresarial. Resultó ser complicado combinar las dos vertientes, la formación y la comercialización, y finalmente se le pidió a ella canalizar el trabajo de las mujeres formadas en el taller hacia una producción que les permitiera monetizarlo, al menos en parte.
Beatriz se lo comentó a un par de amigas costureras y empezaron a trabajar en el proyecto desde el mismo taller de Don Bosco. Una vez comprobado que realmente sí existía demanda de productos textiles de confección local, se lanzaron a la creación de la cooperativa Triángulo Textil, hace ya un año y medio. Se llamaba Triángulo porque eran tres mujeres, aunque ahora ya son cuatro socias y en breve serán cinco.
Recuperando la producción artesana y de proximidad
“Básicamente pretendemos recuperar la confección local, que se está perdiendo. Nos daba mucha pena que una actividad como la confección se fuera perdiendo, especialmente a Loli, una de las mujeres con las que iniciamos la andadura, que está a punto de jubilarse y lleva cosiendo toda la vida”; así nos describe Beatriz el motivo principal de haberse lanzado a un proyecto de esta envergadura.
Es en el momento de la independización del taller de la Fundación para poder trabajar todo el día cuando surge la necesidad de financiación, principalmente para el acondicionamiento del nuevo local y la compra de máquinas y mercancías. El formato de cooperativa y la elección de las finanzas éticas, y en concreto FonRedess, fueron de la mano y surgieron de la asistencia de algunas de las futuras socias a la Escuela de Economía Social y Solidaria (ESS) de Andalucía. Allí les hablaron de las finanzas éticas, y a ellas les pareció que era la opción más natural y cercana a su idea de proyecto socioempresarial.
Cooperativa, ESS y finanzas éticas como base
“Es cierto que las administraciones nos otorgaron alguna subvención para impulsar la creación de la cooperativa, pero ya se sabe que se cobran una vez ya has iniciado o incluso acabado las actividades. Por ello, desde el día uno contamos con la financiación de FonRedess, un fondo para el desarrollo de redes de economía social y solidaria, cuya propuesta financiera nos encajaba a la perfección”, explica Beatriz.
Fue también en la Escuela ESS donde conocieron a Javier Moreno, gestor de FonRedess, a quien le explicaron el proyecto y las necesidades financieras y quien les informó de los requisitos, que, como en la mayoría de entidades de finanzas éticas, incluyen un informe de impacto social y medioambiental. Como cumplían los requisitos, por las características del proyecto (como la proximidad o la futura creación de empleo para mujeres vulnerables), además de los avales, por supuesto, se les otorgó el préstamo que les permitió la creación de la cooperativa y el taller propio.
Otro de los requisitos era que la cooperativa se hiciera socia de FonRedess, y, aunque ya han liquidado el préstamo concedido, siguen con ellos. “Seguimos siendo socias porque creemos en la intercooperación entre entidades de la economía solidaria, pero además nos da una cierta seguridad de que si llega un momento en que se vuelva a necesitar financiación, lo tendremos muy fácil. Si nos hace falta hacer una nueva inversión en maquinaria, sabemos que tenemos el respaldo de FonRedess, ya que, seguro, no contaríamos con la banca convencional”, asegura Beatriz.
Camino por recorrer también en las finanzas éticas
Por lo que atañe a la operativa bancaria para el día a día de la actividad económica de la cooperativa, Beatriz reconoce que aún no han dado el paso a las finanzas éticas. Varias veces se han planteado pasar a Fiare, pero requiere un esfuerzo de gestión que ahora mismo no pueden asumir debido al volumen de trabajo que tienen.
A la pregunta de si tuvieron un poco de pánico “existencial” al pedir el crédito (desde proyectos pequeños y de la ESS, a veces las finanzas parecen un mundo hostil), Beatriz nos responde que sí, que no les resultó fácil dar el paso por el miedo a la “deuda”. Pero al tener el colchón de la subvención de la Junta de Andalucía, sabían que podrían devolver el préstamo. Es cierto que enseguida que pudieron lo devolvieron, como si quemase, y reconocen que al no tener capital lo único con lo que juegan actualmente es con el tiempo de las socias, cosa que a la larga puede ser un problema.
El futuro de la cooperativa pasa por la incorporación de nuevas socias, ya que el modelo que quieren construir está basado más en el trabajo de las socias que en el de empleadas. Sin embargo, reconoce Beatriz, es difícil, en el sector, encontrar personas con el perfil necesario y que además quieran asumir los riesgos (de momento son pocos, eso sí) de incorporarse a una cooperativa. Lo tienen claro: para luchar contra el imperio de los precios bajos, de la precariedad laboral y de la contaminación ambiental en la confección hace falta ser un poco activista, además de costurera o artesana textil.