Residencial Cervantes
Residencial Cervantes es una residencia de mayores que trabaja bajo los valores de la igualdad de trato y la atención individualizada tanto a residentes como a familiares. Considerando la vejez como una etapa de plenitud de vida y experiencia, trabajan fomentando la participación activa con el entorno y la sociedad en actividades que fomentan la solidaridad y el factor humano.
HISTORIA
Residencial Cervantes: la calidad de vida de las personas mayores, primero
“Una residencia distinta”, “una residencia feliz”, “una residencia que mola”. Así se posiciona Residencial Cervantes, una residencia para personas mayores en Villamayor de Santiago, en la provincia de Cuenca. Y, a tenor de lo que nos explica su director y uno de los propietarios, Jorge Fernández, es realmente así, una residencia diferente. El equipo de gestión es usuario de las finanzas éticas, en concreto es cliente de Triodos Bank, y es por este motivo que hemos querido saber cuál es su experiencia.
Residencial Cervantes se sale, al menos en apariencia, de lo que entendemos por economía social y solidaria (ESS): es una empresa privada y opera con criterios de rentabilidad. Pero también es una empresa familiar y con unos valores muy cercanos a la ESS, que pone la vida de las personas mayores en el centro. La dignidad como eje de su negocio la describe Jorge muy bien en esta frase: “Consideramos la vejez como una etapa de plenitud de vida y experiencia en todas sus dimensiones”.
Una historia curiosa
La historia de Residencial Cervantes es, por lo menos, curiosa: el padre de Jorge se encontró al final de su carrera laboral con una pequeña cantidad de dinero, y le surgió la oportunidad de comprar el proyecto de una residencia para ponerla en marcha. A pesar de no tener experiencia en el sector, probablemente vio que era una oportunidad, por la necesidad creciente de soluciones a la vejez debido al envejecimiento de la población española. Cuando el padre falleció, el resto de la familia siguió con el negocio, y hoy Jorge, su madre y su hermano son los dueños. Ese punto autodidáctico se aplica a todos ellos, y en este caso parece más una ventaja que una desventaja: “No pertenecemos a ningún grupo empresarial a quién rendir cuentas, y cuidamos a las personas mayores como nos gustaría que nos cuidasen a nosotros”, dice Jorge.
Otra característica que convierte a Residencial Cervantes en un proyecto fuera de lo común es su entorno. La residencia se sitúa en un municipio de menos de 3000 habitantes, en un ámbito rural, en el que a menudo parece que no lleguen propuestas de las economías transformadoras. El uso y, sobre todo, el uso satisfactorio de herramientas como las finanzas éticas en estos casos demuestra que no son exclusivas de ciudades o marcos más urbanos.
Finanzas éticas para salir del pozo
“Nuestras necesidades financieras fueron importantes en los inicios, porque abrimos justo en una época de crisis (2009), cuando las administraciones no cubrieron las plazas prometidas en los acuerdos. Somos una residencia privada pero en el entorno en el que nos encontramos muchas de las personas usuarias necesitan el aporte de la administración, que completa sus pensiones para cubrir el coste de la plaza” continua Jorge.
Fueron unos años duros, donde acudieron a la banca tradicional para tratar de superar aquello, que les puso unas condiciones abusivas o directamente no quiso financiarles, pese a tener un reconocimiento de deuda por parte de esas administraciones. Estuvieron a punto de cerrar, hasta que apareció Triodos Bank. “Tuvimos la suerte que Triodos estaba en ese momento haciendo visitas a entidades de la zona, y fue cuando Beatriz Fajardo, de la oficina de Triodos de Castilla la Mancha entró por la puerta y, tras conocer nuestro proyecto, aceptaron financiarnos”, explica Jorge.
En aquel momento se pidió una hipoteca, pero ahora toda la operativa ya la tienen también en Triodos: cuenta corriente, gestión de nóminas, de recibos, todo. “La verdad es que ahora, después de esa necesidad de préstamo para sobrepasar la crisis, nos hemos estabilizado y no nos han hecho falta más créditos, ni siquiera para problemas de tesorería. No ganamos ningún dineral ni tampoco es la intención, porque valoramos poder contribuir en nuestro entorno dando trabajo estable a muchas familias teniendo a todos nuestros trabajadores con contratos indefinidos, tenemos un 100% de ocupación y estamos tranquilos” nos cuenta Jorge.
Proximidad y cercanía humana
De hecho, siguen muy contentos con la relación con Triodos. La operativa es casi toda por internet y, según dicen, funciona todo muy bien y es muy fácil. “Son otros pilares de nuestra empresa: la proximidad y la facilidad. Igual que queremos que nuestros mayores estén contentos y vivan en un lugar agradable, también pretendemos nosotros que lo que nos rodea sea amable y cercano. Somos una empresa familiar y las finanzas éticas son lo más adecuado que nos podemos imaginar, en lo que se refiere a la gestión del negocio”, dice. Esta cercanía que aprecian es una de las características que también los hacen diferentes del resto de residencias. Jorge, que se vio un poco “obligado” a ponerse a trabajar en ella en el momento de la crisis porque no podían pagar a un gerente, dice ahora que no lo cambiaría por nada.
El día a día de la residencia está plagado de buenos momentos para todos: actividades inusuales, como vídeos que comparten por las redes sociales; colaboraciones con el instituto o el colegio en encuentros intergeneracionales; visitas a proyectos sociales… En definitiva, unas propuestas para una vejez activa, digna y feliz. Y todo esto no sería posible hoy, si un día, allá por el 2016, Beatriz, de Triodos Bank, no hubiera cruzado la puerta de Residencial Cervantes para ofrecer una financiación a un proyecto que ha resultado sostenible y que pone la vida de las personas mayores en el centro.