Top Manta

Elegir finanzas éticas como acción política: el caso de Top Manta, la cooperativa textil de moda en Barcelona

Top Manta nace en 2017 a partir del sindicato popular de vendedores ambulantes que buscaba visibilizar la situación precaria de los trabajadores y trabajadoras de la manta en la ciudad de Barcelona. La marca textil se creó después de dos años de lucha política y sindical, reivindicando soluciones para las personas migradas en situación de irregularidad. Pedían a las instituciones una alternativa digna al modelo de trabajo al que se veían abocadas al emigrar de sus países.

Los inicios del proyecto no fueron fáciles, explica Lamine Sarr, uno de los miembros fundadores: «No teníamos ningún derecho, no teníamos papeles para poder abrir una cuenta bancaria o para trabajar, pero eso no nos impidió empezar». En el primer año, ninguna de las miembros de la cooperativa cobró porque no quisieron esperar a la financiación para empezar a producir. Los costes de producción de las primeras prendas se cubrieron con los beneficios del servicio de catering que ofrecía el sindicato y el equipamiento mejoró gracias a una campaña de micromecenazgo.

Las finanzas éticas, la única opción posible

Sin embargo, la naturaleza y las múltiples vertientes del proyecto han hecho que, en momentos puntuales, su viabilidad económica fuera crítica y la continuidad no estuviera asegurada. Sin embargo, a pesar de haber recibido propuestas de financiación de entidades bancarias no éticas, no dudaron en rechazarlas.

Lo que representa la banca tradicional no casa con los valores de Top Manta. Los y las vendedoras ambulantes que trabajan la manta en Barcelona han sido perseguidas por élites económicas locales, grandes firmas de moda y partidos políticos que se financian a través de entidades no éticas. Para Sarr, no sería coherente abogar por la regularización y mejora de las condiciones de vida de las personas migradas de la mano de una organización que contribuye a perpetuar la desigualdad.

El Ayuntamiento de Barcelona, ​​finalmente, subvencionó a Top Manta en 2021, pero las necesidades económicas del proyecto eran más urgentes y confiaron en Fiare Banca Ética para que anticipara el importe de la prestación.

Trabajar legalmente como reivindicación política

Hoy en día, 25 personas trabajan con contrato en los talleres de costura y serigrafía donde se confeccionan las prendas de la marca textil. Lamine Sarr, admite que han tenido que hacer muchos sacrificios para llegar a donde están, pero ha servido para que su labor llegara más allá de los mensajes estampados en camisetas y sudaderas: «Top Manta ha hecho camino para que otros colectivos denuncien el racismo. Muchos han nacido después de nosotros, nos hemos convertido en un símbolo de la lucha antirracista».

De este modo, el éxito de la marca se ha convertido en una reivindicación en sí mismo. La contratación de personas migradas no las beneficia solamente a ellas y sus familias, también al Estado. Las tasas y los impuestos de la actividad comercial de Top Manta han acabado contribuyendo al desarrollo económico del país que los quería en sus márgenes.